Los nombres "de verdad"
Hay ocasiones –aunque suene a tópico– en las que, con muy poco, se puede hacer mucho. Muchísimo. Fíjate si no en lo que ha pasado en La Cabrera: con cuatro perronas, como quien dice, han sido capaces de devolver los nombres a sus pueblos. Como lo oyes. Y es que, desde hace unos cuantos días, el cartel que anunciaba Truchas, ahora añade también Trueitas –hermoso triptongo, por cierto–; y lo mismo ocurre con las demás localidades del municipio.
En algún momento, sin saber muy bien ni cuándo ni por qué, los nombres de los pueblos –los suyos, los ‘de verdad’, los que estaban en cabreirés, la variante de la lengua leonesa que se habla en esas tierras– fueron sustituidos por otros en castellano –algunos con escasa fortuna si se buscaba un significado similar–, que han llegado a nuestros días como sus denominaciones oficiales. Así, por ejemplo, Truchillas, Baíllo o Valdavido reemplazaron a Truitiellas, Vayellu o Valdaviéu. Pero sus gentes nunca se olvidaron unos topónimos que ahora, por fin, recuperan de alguna forma un protagonismo que nunca debieron haber perdido. Y todo gracias a una iniciativa del ayuntamiento de Truchas en la que hacía falta algo mucho más importante y más escaso que el dinero: valor. Y lo tuvieron.
Aunque no lo creas, una decisión tan natural como esta parece no ser fácil de tomar. Yo tampoco lo entiendo, pero supongo que se deba –al menos en buena parte– a cierta sensación heredada de desprestigio de nuestra lengua mezclada, generalmente, con una buena dosis de desconocimiento…
Desde hace ya muchos años, unos cuantos enamorados de León y su cultura, han ido contribuyendo a poner en valor la lengua leonesa, arropados por diversas entidades culturales –como El Teixu, sin ir más lejos, que asesoró a Truchas en esta iniciativa de los carteles– e, incluso, administraciones públicas, incluido el ayuntamiento de la capital leonesa.
Ahora es otro ayuntamiento, el de Truchas, el que da un paso al frente con su toponimia. Ojalá que, más pronto que tarde, cunda el ejemplo en otros pueblos de nuestra tierra. Y, ya puestos, que esto no sea más que el comienzo, que queda mucho por hacer…